sábado, 26 de febrero de 2011 | By: Abril

Tinta indeleble


Lamentablemente comprendo el por qué de tu odio a juro y tus esporádicos ataques contra mí. Necesitas respuestas.

Necesitas respuestas y necesitas exorcizarte de mi recuerdo. No puedo reclamarte nada.

El amor es una de las experiencias más gratas y plenas de la vida. En él se viven situaciones que no se podrían experimentar de otro modo; nuestro espacio de vida y nuestra propia soledad se convierten en espacios compartidos, donde se le adjudica a esa persona que amas una visa de paso libre por tu alma, tu mente y tu cuerpo. Cuando el amor es verdadero las huellas de ese tránsito se marcan con tinta indeleble y esas huellas no son sólo recuerdos, sino también aprendizajes. Estas lecciones tienen su precio, y en algunas ocasiones se pagan con dolor, sufrimiento y sacrificio. Por eso, el amor también es dolor y sufrimiento, es muchas veces sacrificio.

Absolutamente todas las cosas que vivimos, en mí se han marcado con tinta indeleble. No he pretendido ni un segundo suprimir alguna de esas huellas. Contigo aprendí lecciones que no pudiera haberme enseñado nadie más, y en ese caso también fuiste mi maestra. Dolorosamente nuestros caminos tomaron rumbos diferentes, y decir adiós fue una decisión compartida; porque se estaban deteriorando las cosas bellas, las risas, el respeto, la comunicación y el buen trato; la tristeza estaba invadiendo nuestras almas. Despedirnos antes de hacernos un daño irreparable es una de esas tantas cosas por la cual, el resto de mi vida puedo sentirme orgulloso de haber compartido contigo un trecho del camino.

Y así como conmigo te tocó por vez primera aprender del amor, también con esta despedida te tocó aprender del sufrimiento de una pérdida. Eso no es culpa de nadie, es parte de la vida misma que nos enseña a través de lo dulce y lo amargo. Pero hay lecciones más difíciles de aprender, y también quienes no pueden ver lo positivo de una crisis o la lección oculta detrás del dolor. Y mi intención ha sido guiar esta situación hasta donde nuestras almas puedan llevarse de ella lo mejor, aún reconociendo que me he equivocado en muchas cosas. Por mi parte me llevo la alegría, y me libero del dolor que es lastre, para que no pese en mi corazón. Pero el rencor que has decidido sentir sólo va a terminar por intoxicarte, perdiendo eso hermoso que viviste; va a terminar envenenando ese corazón puro que tanto estimo y admiro, ese del que me enamoré, al buscar un culpable de tu dolor a quien odiar.

No puedo decir que me haya negado a conocer gente nueva, ni que no halla salido con alguien, porque estando solo puedo permitirme hacerlo sin más explicaciones. Sin embargo noto que quieres colgarte de cualquier excusa para romper el hilo que nos mantiene unidos, y ese vinculo quizá comprendas con el tiempo que a veces nunca se rompe, sólo se estira; porque cuando se comparte tanto como nosotros compartimos, el vínculo se hace tan estrecho que parece que no existiera, parece que dos son uno. Y debo decirte que también yo me siento incompleto y triste, pero eso no significa que deba dejar de seguir adelante. Y si de algo te sirve saberlo, no busco amor, ni pretendo sustituirte con nadie, porque sinceramente pienso que eres irreemplazable. Cada quien da lugar a su luto como prefiera.

Sin embargo, cometí un error terrible al buscar y dejar que pasáramos esos días juntos, porque sabía cuál sería el resultado de eso. Sabía que terminaríamos por hacernos daño, y estoy consciente que lo peor para ti no fueron esas cosas que vivimos, sino mi silencio. Y la respuesta a mi silencio es muy sencilla, no tenía algo que decir. También como para ti fue una prueba para mí, para mí corazón; y ese corazón estaba como un observador, viviendo en silencio; en silencio, porque no tenía preguntas ni respuestas.

Quieres creer algunas malas cosas de mí porque eso te facilita el trabajo de olvidarte de todo, porque la decepción es un puente corto al desamor. Y no puedo decir que soy todo virtudes y bondades, porque reconozco que soy humano y defectuoso, y estando consciente de ello no he tratado de esconder esos defectos, los he asumido y me he hecho responsable de mis errores. Pero de ahí a tolerar que se invente y se exagere de manera inquisitiva, hay un trecho largo, y no voy a decirte lo que quieres escuchar siendo una mentira, ni voy a reconocer situaciones falsas. Pero si eso te hace sentir mejor, con mi silencio de doy la libertad de creer.

(Carlos Briceño)